Foto William Urdaneta
En el estado Amazonas hay un rincón natural, en donde las aguas fueron desviadas de su cauce hacia una gran piedra, formando lo que hoy es el “Tobogán de la Selva”.
El sitio, que luce ahora un poco descuidado, es un icono de la región. Durante los fines de semana la rampa acuática recibe a residentes y foráneos que van a disfrutar de este regalo natural del Amazonas.
Natalie García
ngarcia@correodelcaroni.com
A veinticinco minutos de Puerto Ayacucho, capital del estado Amazonas, se encuentra un rincón natural que desde hace muchos años ha sido aprovechado por los residentes de estas tierras como lugar de esparcimiento en medio de la selva y las formaciones rocosas que caracterizan a esta región.
Este sitio, llamado el “Tobogán de la Selva”, fue descubierto en el 1950 por el misionero salesiano Luis Rotmayer, quien junto a los indígenas de la comunidad de Coromoto incursionaron en la intricada zona hasta hallar la enorme piedra que hoy día sirve para deslizarse.
Según la historia para que este tobogán pudiese funcionar (a partir de 1975) hizo falta desviar el curso de los “Chorros de Coromoto”, como se le denominaba antes a este lugar, para que el agua bajara con suficiente caudal por la roca formando el tobogán selvático.
Al final de éste hay una poza que hoy día se asemeja más a una piscina. También hay senderos que comunican un extremo con otro, y churuatas donde comprar bebidas refrescantes. Algunos de los locales de allí ofrecen comidas, especialmente pescado.
Si prefiere llevarse su comida o hacer una parrilla lo puede hacer, los sancochos no están demás y es que el venezolano se las ingenia para pasarla bien en donde sea y a su manera.
Para todos
Además del tobogán y una poza grande, hay otra poza más pequeña como para los niños, ésta permite vigilarlos desde cerca y actuar en caso de cualquier situación incómoda.
El estacionamiento de este sitio turístico no es más que la enorme roca que conforma el lugar. A lo largo de ella hay una señalización amarilla que indica el mejor camino para carros tanto grandes como pequeños.
En la parte más alta del tobogán, donde sus aguas empiezan a deslizarse, hay más churuatas y hasta una cancha donde los jóvenes pueden jugar, además de las mesas que se pueden usar para un buen partido de dominó en tan exótico paisaje. También hay ventas de comida y bebidas espirituosas. El mantenimiento de la zona está a cargo de una cooperativa indígena, la cual cobra 5 bolívares fuertes la entrada a quienes vayan en vehículo, y 1 bolívar fuerte por persona a quienes vayan “a pie”. Los fines de semana este lugar así como Samariapo, un balneario ubicado a la salida de Puerto Ayacucho, se llena de pobladores deseosos de un baño de río.
Pese a que la carretera hacia el estado Amazonas está en pésimas condiciones, bien vale la pena recorrer esta región casi virgen. Si prefiere algo menos tortuoso que la vía puede también llegar por avión y contratar a una de las pocas empresas turísticas que han sobrevivido a la baja del turismo hacia esta zona.
Eco destinos es una de estas empresas, con la que puede viajar a distintos puntos de la geografía del Amazonas, que ocupa la quinta parte del territorio nacional gracias a su extensión.
En Amazonas hay muchos monumentos naturales y muchas tradiciones que conocer, uno de estos monumentos es la Piedra la Tortuga, la cual se puede ver en la vía al tobogán. Tal formación consta de dos piedras que desde cierta distancia se asemeja a una tortuga gigante.
Raíz indígena
En el estado Amazonas habitan unas 19 etnias indígenas, es por ello que al ir hasta este lugar se deben respetar todas las costumbres de los aborígenes y tener cuidado a la hora de tratarlos, porque dependiendo de sus tradiciones hay cosas que toleran o no. Lo mejor es ser cuidadoso y tener en cuenta que es aquí donde nacen miles de mitos y leyendas ancestrales sobre Venezuela y su pasado.